Así dice el Señor: «¡Maldito el hombre que confía en el hombre! ¡Maldito el que se apoya en su propia fuerza y aparta su corazón del Señor! –
Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella, e inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra.
No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.
Me alegraré y me gozaré en tu amor, porque tú viste mi aflicción y conociste la angustia de mi alma. No me has entregado a mi enemigo sino que has puesto mis pies en un lugar espacioso.
Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
Amen a sus enemigos, hagan bien a quienes los odian, bendigan a quienes los maldicen, oren por quienes los insultan. Si alguien te pega en una mejilla, ofrécele también la otra
Señor, no soy digno de que entres en mi casa pero una palabra tuya bastará para sanarme
El amor es comprensivo, el amor es servicial y no tiene envidia. El amor es no es presumido ni se envanece: no es grosero ni egoísta; no se irrita ni guarda rencor, no se alegra con la injusticia, sino que goza con la verdad.
A Causa de mi Nombre serán odiados, pero el que se mantenga firme hasta el fin se salvará.
El que los recibe a ustedes, a mi me recibe y el que me recibe a mi, recibe al que me envió.